Tuesday, September 2, 2008

Capítulo Mío



Alli estaba ella....en ese lugar, remarsiopiando por sus profusas pápiras, al tiempo en que los engolemusios, destronados de su atrófera musical, descansaban en su plácida birrenquera, ignorando el destiempo de los azules crótaros que se encontraban chaposados en los lirios.


Con el paso firme, resolví dirigirme a ella. Percantándose de mis pretónidas intenciones, se incorporó y me detalló lentamente, con la paciencia que merma al depredador a la espera de su presa. Seguidamente, al darle alcance, la tomé, con determinación, de su hermoso calícumalo abultado. Puedo jurar que no había rebasado el umbral de los femtosegundos, cuando sentí a mi alter ego propinar unos acérrimos pero infructuosos golpes a mi conciencia; sin embargo, nada me haría desistir del compromiso que había adquirido con ella en vidas pasadas, así que opté por emprender el camino de vuelta hasta donde, sin muchos bresollos, la arrimulcaría suavemente con el látigo asignado hasta ser testigo de cada una de las mamífulas que ella seguramente llevaría a cabo.


Llegamos. Dimos exactamente con el sitio en el que 3 días antes estábamos diplumando por el báburo que tenía debajo de la para-para, por lo que en ese preciso instante, ella me tomó de la caburra, recordándome que si pensaba nuevamente en los replotemeros, no iba a poder correr con la suerte de sacar el gamobo por la cupleta.


Al entrar en el sobero arreflonado, se vislumbró un porrodo de jaslumbre en su mirada, que en el instante interpreté como sinónimo de la quenomiga turruna que su madre le había encomendado.


A partir de ese momento, mi memoria se torna algo vaga. Lo único que puedo recordar con firme exactitud es una suerte de mágica bruma que nos rodeaba y que a su vez impregnaba de sinestesia nuestros 5 sentidos, entremezclando la vista con el gusto y el tacto con la audición. Simplemente me congelé en el tiempo y admiré el espectáculo que evocaba la expresión de su rostro. Tomándola entre mis brazos, le confesé lo mucho que la amaba.




Luis Cataño

Monday, September 1, 2008

Por qué??


Desde hace ya bastante rato había estado cocinando la idea de publicar mis escritos. No me considero un artista prolífico, por lo que aun poseo un solo cuadernito que en general capta la esencia de mi dolida y tímida inspiración. Surge entonces el dilema de exhibir o no exhibirte...
En la actualidad, gracias a la internet, puedes mostrar tus trabajos sin que cristiano alguno (salvo uno mismo, claro está) pueda amilanar las insípidas esperanzas del pintor potencial que desesperadamente busca, muchas veces de forma infructuosa, asesinar a su musa.
Publiquemos entonces. Go online!!
Comienzo entonces expresándoles mi infinita alegría por su visita a este blog; mi casa. No saben la molestia que se han tomado pasando por aquí a ver qué carrizo me dió por escribir. Por su favor, muchas gracias.
Me gustaría entonces aprovechar este diminuto espacio, no sólo para relatar las historias que encuentro clavadas en mi foco....vulva.....ahh..ya!, bulbo raquídeo, sino también para comentar sobre los aspectos que dictaminan mi no tan absurda existencia.
Les conmino entonces a que lean la panacea de la literatura absurda (1). Historias increíbles, estupideces y mariqueras (2), llenas de mucha fantasía e insano humor.

Luis Cataño

Referencias

(1) http://www.aporrea.org/
(2) http://www.arriba-la-habilitante.com/

Referencias del Malvado



Si es de tu agrado escudriñar en los infinitos recodos de la conciencia humana, podrás encontrar que existe una fuerza mucho más antigua que el mismísimo magnetismo terrestre ejercido por los polos.
Las mismas leyes divinas que descansan en interpretaciones meramente humanas nos llevan al primero de los crímenes, protagonizado por la progenie de los expulsados del Gran Paraiso Terrenal (que ya de por sí no es de las más gratas referencias), el cual sin pelos ni señales nos habla de la eterna y típica historia de los dos hermanos que tienen la desgracia de estrenar la sangre derramada como común denominador. Dentro del mismo marco referencial, nuestro Dios que ha sido en estos días tan paciente, comprensivo y misericordioso, en dicha época, caracterizada por los conflictos entre familias, clanes y tribus, era bastante más inclemente, implacable y menos piadoso.
Al pasar el tiempo, caemos en la Edad Media, época no menos oscura; ésta nos relata innumerables historias plagadas de guerras, muerte, torturas, etc. que describen el modo intolerante de vida de los antiguos fanáticos europeos. Sin embargo, ninguno de estos enfrentamientos, crímenes, violaciones ni atentados se equipararon alguna vez con la tan singular narración que he de reseñarles a continuación.
Casildo Pancracio Pfizer, personaje ligado a la aristocracia de Navarra, de noble cuna, filántropo de profesión y prestancia real, residía en un lejano castillo a las afueras del poblado de Timotea. Todos aquellos que le conocían lo tenían por santo, e inclusive, Doña Lola Romero, la más vejuca de las ancianas y Presidenta del Consejo de Laicas de La Iglesia de Santa Timotea, dejaba de retribuirle a la susodicha institución el diezmo respectivo para destinarlo a las arcas de este santo personaje.
Las costumbres particulares de Casildo lo hacían un poco bohemio y ermitaño; tanto así que prefirió siempre prescindir de servidumbre. Su humilde residencia de 78 habitaciones, 3 cocinas, 5 estancias, 3 salas-comedor y 2 salas de juego (siendo el año de 1352 parecía imposible, pero la primera sala de juegos data del año 780 A.C. y pertenecía a los Hunos, siendo ésta "Húnica"), era resguardada y mantenida únicamente por él. Lo que nadie nunca supo ni se llegó a develar estando él en vida, y gracias a los restos de manuscritos encontrados en una excavación por un reo ucraniano prófugo del eterno encierro, eran los motivos del despiadado Casildo por mantener su inmaculada fachada en pie sin despertar la más mínima de las sospechas.
Casildo padecía de un severo y agudo insomnio producido por las interminables noches dedicadas a la lectura de libros del Demonio, condenándolo a vagar lánguidamente por su morada. El primer intento, estando Casildo decidido a practicar dichos rituales satánicos, al pretender desollar a una cucaracha asada y darla en sacrificio como ofrenda al Príncipe de la Oscuridad, ocurrió que lo que obtuvo fue una suerte de mondongo entomológico que poco podía descifrar los designios de tan diabólica ceremonia.
Sucedió que un día, deambulando Casildo por los amplios y lúgubres corredores de su castillo, le sobrevino una maquiavélica idea que le obsesionó hasta el tuétano. Las noches pasadas en vela incrementaban la pesadez de sus agraviados párpados, sin embargo el ánimo de tramar minuciosamente los delitos del cual luego quedaría impune era el verdadero motivo para perpetuar su condición de insomne.
Finalmente, después de años de encierro documentándose y estudiando sobre el tema, puso en práctica su macabro plan: mezclando el amarillo Nº5 con el virus de la gripe obtendría una nueva enfermedad de potencial endémico bautizada por él como la "Fiebre Amarilla". La nóvel peste fue esparcida por el pueblo entero en frasquitos de Chimó San Carleño que él mismo colocaba en los hogares de los ingenuos aldeanos durante las noches. La inocencia y la confianza en la Providencia que sentían los habitantes de Timotea era tal que nunca cuestionaron la presencia de los potecitos azulados en sus respectivas despensas.
Los síntomas y achaques de la fiebre hicieron estragos por toda la población de Timotea dejando muchas muertes y dolidos. Algunos atribuían la llegada de esta enfermedad al castigo que les impuso el Todopoderoso por estar tan imbuídos y empapados en sus actividades diarias y no pararle a los improvisados sermones del Cura Velásquez. Al pasar algún tiempo, Casildo salío de lo que parecía una sospechosa cuarentena a vender lo que él creía era la cura para la temida enfermedad que los estaba azotando. Sí, Casildo había maquinado meticulosamente cada una de las siniestras etapas del plan. Después de años de mantener su filantrópica fachada, develó su verdadero rostro de mercader capitalista, el más malo de los malos; definitivamente, el hombre más malo del mundo.
Pocos de los aldeanos sobrevivientes creen haber soñado alguna vez con haber visto una mano vellosa y tupida colocando un potecito de chimó en sus mesitas de noche a través de sus ventanas. En la actualidad, si nosotros lográramos echarle un vistazo a los diarios de insignes personajes como Vlad Dracul, el Dr. Henry Jekyll y Darth Vader, podríamos intuir que su malvada maldad no es tan malvada del todo. Primero fue sábado que domingo; Casildo Pfizer, o como algunos lo llamaron después de acuerdo a las referencias encontradas en los pergaminos, "La Mano Pelúa".

Luis Cataño

Trabajo Perdido



Urgente.
Me he visto en la obligación de publicar la presente debido a un incidente ocurrido en mi oficina una semana atrás. Mi querida y bien ponderada compañera de trabajo, Eugenia, prendió un condenado cigarro en mi escritorio mientras trabajaba en el informe que, para colmo, tenía que entregarle al Sr. Ruffino a las 3 y pico en punto. Cuál es la sorpresa que la ingrata y descuidada de la Eugenia se le ocurrió usar las primeras 12 páginas del bendito informe ese del carrizo viejo como cenicero.
La zángana alegaba que estaba libre de toda culpa, y que con el cuentico de que la estaba martillando a preguntas sobre el guayabo de Martica (el mujerón de la oficina), se descuidó y lanzó el agonizante Pall Mall que, en lugar de caer en el cesto de la basura (por aquéllo que hasta el mismísimo Jordan falló un tiro libre en no-sé-cuál juego), terminó por dar en el fichero de asuntos pendientes.
La llama incontenible del papel bond se extendió por todos los memoranda que debía entregar al Departamento de Recursos Humanos, terminando inclusive con algunos paqueticos de "Post-it" que me había obsequiado Martica el día de mi cumpleaños.
El hecho es que hoy; 7 días, 3 horas y 13 minutos después de aquel acontecimiento, he logrado reunir poco más del 78 % de las cenizas y 45 % de los gases de combustión esparcidos en los alrededores de mi cubículo . Si Ud., mi querido y fiel lector, ha encontrado por ahí algunas traviesas moléculas de dióxido de carbono y vapor de agua con letra Times New Roman encima, sabría agradecerle el favor de enviarlas lo más pronto posible a la siguiente dirección:
Carretera Panamericana Km 11, IVIC, Centro de Estudios Avanzados. Apto Postal 1020-A.

Lic. Plácido Arriechi.

P.D: Mucho cuidado con respirarse mi trabajo de ascenso!!!


Luis Cataño (Jefe de Centro)